Aún recordamos lo que nos marcó la pandemia. Fue un tiempo de pérdida, de incertidumbre, de una lucha silenciosa y de resistencia diaria. Pero el Patrullero Anderson Pérez Barrios, oriundo de Cartagena (Bolívar), hoy con lágrimas en sus ojos recuerda aquella noche del nueve de julio del año 2022.
El Patrullero Anderson de 35 años, ha servido por más de 12 años en la Policía Nacional, donde ha trabajado en diferentes regiones del país, dedicándose a servir, proteger y garantizar la seguridad de los colombianos, no esperaba que después de la pandemia, crisis que toda la humanidad vivió, aquella que paralizó al planeta entero, la que recordábamos no solo por el dolor, sino por la fortaleza que descubrimos en nosotros mismos, el no esperaba que fuera a luchar por su vida.
Anderson luego de prestar su servicio militar como Auxiliar de Policía en los diferentes barrios de Cartagena encontró su amor por servir a la comunidad, y hace que ese amor lo llevara a incorporarse como Patrullero en la Policía Nacional de Los Colombianos.
Luego de trabajar en el Escuadrón Móvil de Carabineros de la Policía Nacional por diferentes regiones del país, el anhelaba continuar llevando su vocación de servicio a las calles de la ciudad que lo vio crecer. Es así como después de más de cinco años de estar por fuera afrontando diferentes situaciones a raíz de la complejidad del grupo operativo al que pertenecía, llegó trasladado a la Policía Metropolitana de Cartagena, donde continuó con su trabajo en pro del mejoramiento de todos los cartageneros.
Para el año 2022 después de que todos nos estamos recuperando de las secuelas del COVID-19, nuestro valiente uniformado, luego de finalizar su turno en la noche, mientras se movilizaba en su motocicleta no esperaba que al pasar por el sector de la estación de servicio del barrio el Bosque, su vida fuer a estar en peligro, lo único que recuerda es: "le colgué a mi esposa, me coloqué mi ropa de civil y cuando me desplazaba por la estación de servicio del Bosque vi un grupo de personas y al pasar sentí que algo me impacta la cabeza, haciéndome perder el control de la motocicleta y caer al suelo."
Cuando llega al centro médico y después de su intervención, los galenos informan que contaba con impactos de arma de fuego. Las probabilidades eran mínimas, pero su corazón seguía latiendo. Contra todo pronóstico, sobrevivió.
Hoy, con voz serena y mirada llena de vida, Anderson nos comparte lo que él mismo llama su milagro: "Ese día pensé: me mataron... Hubo un momento en que ya no podía más, sentía que me apagaba. Pero entonces recordé que pronto nacería mi hijo... y me aferré a esa imagen con todas mis fuerzas."
Fue ese amor profundo, esa esperanza de ver a su hijo por primera vez, lo que lo mantuvo aferrado a la vida. La fuerza de un padre, que, en medio del dolor y la oscuridad, encontró luz en el futuro que aún no llegaba.
Hoy, Anderson no solo es un sobreviviente. Es testimonio vivo de que el amor es capaz de vencer, incluso, a la muerte.
Un año después de enfrentar lo impensable, el Patrullero Anderson regresó al servicio. Tras una incapacidad total y un proceso de recuperación lleno de retos físicos y emocionales, hoy continúa su labor, en la Estación de Policía Caracoles. Las secuelas de ese amargo momento quedaron en su cuerpo, pero no en su espíritu.
Porque su vocación de servir a la comunidad cartagenera sigue intacta. Anderson no solo volvió a la vida… también volvió a su misión. Con cada nuevo día, demuestra que un verdadero héroe nunca se rinde.