Hay regalos que tocan fibras, llegan al alma y hacen que un día quede grabado en la memoria para siempre. Eso fue lo que vivió Maicol Santiago, un joven del municipio de Pensilvania con una afección genética, quien cumplió su sueño de ser policía por un día y disfrutar con orgullo esta experiencia única.
Todo comenzó cuando el Subintendente Jorge Luis Rueda Mejía, encargado de la Policía de Turismo en esa localidad, sostuvo una charla casual con doña María Inés Arias Vargas, madre del joven. En medio de la conversación, surgió una revelación: su hijo, Maicol Santiago López Arias, de 20 años, siempre había sentido una profunda admiración por la Policía Nacional. Desde niño decía que algún día vestiría ese uniforme que representa orden, servicio y compromiso.
Fue entonces cuando el Subintendente le habló de la campaña “Cumpliendo Sueños”, una iniciativa creada para acercar a los jóvenes a la vocación policial, permitiéndoles ser “Policías por un día”, vivir la experiencia real del servicio y comprender desde adentro lo que significa proteger y servir.
El sueño comenzó a hacerse realidad el 1 de septiembre. Ese día, Maicol Santiago despertó con la emoción de quien sabe que vivirá algo irrepetible. Desde temprano, la Policía de Turismo le abrió las puertas de su mundo.
La jornada inició con la formación del personal policial: firmeza, respeto, disciplina. En ese instante, Maicol dejó de ser un soñador y se convirtió en un integrante simbólico de la Policía. Aprendió a saludar, a formar, a dar parte del personal y a comprender el valor de cada acto dentro de la institución. Recorrió los pasillos de la estación, conoció las funciones de cada especialidad y escuchó historias que, aunque no aparecen en las noticias, construyen país cada día.
Más adelante, se trasladó al centro vacacional Confa, donde recibió una explicación sobre vigilancia turística, el Registro Nacional de Turismo y cómo la Policía garantiza el bienestar de propios y visitantes. Posteriormente, visitó establecimientos hoteleros, interactuó con turistas y entendió que el uniforme, además de imponer respeto, también transmite amabilidad.
No faltó la visita a restaurantes y sitios gastronómicos. Allí, entre aromas de tradición y platos típicos, Maicol entregó volantes con recomendaciones preventivas, comprendiendo la importancia de la prevención como herramienta contra el delito. Como cierre, vivió la emoción de patrullar en un vehículo institucional.
Más que un recuerdo, una promesa
Al caer la tarde, el sol se escondía tras las montañas como testigo del cierre de esta historia. Doña María Inés no pudo ocultar su emoción. Ver a su hijo con la gorra institucional de la Policía Nacional fue ver materializado un sueño que durante años había cultivado en silencio.
“Gracias a la Policía por hacer esto posible. Hoy mi hijo no solo fue feliz… fue parte de algo grande”, expresó con la voz quebrada por la emoción.
Esta historia de humanismo, liderada por la Policía de Turismo, no solo reafirma el compromiso institucional, sino que también demuestra que la empatía y la esperanza son prueba de que las verdaderas limitaciones son mentales y que todo depende de la actitud.
La jornada no solo dejó sonrisas, también sembró una semilla de esperanza en la vocación de servicio, el respeto a la autoridad y la construcción de ciudadanía. Porque cuando la Policía se acerca al corazón de la gente, los sueños dejan de ser lejanos… y se convierten en realidad.
"Seguros, Cercanos y Presentes"