La vida y la esperanza se reencontraron en el ahora llamado “Cerro Chapecoense”

Un abrazo que se fundió en un sinfín de sentimientos entre Jackson Follmann y el intendente Nelson Castrillón.
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Tras arribar a La Unión, una sentida eucaristía organizada por pobladores cercanos al “Cerro Gordo” los esperaba para nombrarlos hijos de este municipio que los vio “renacer”.

Los rostros de los sobrevivientes reflejaban un total asombro, no entendían como la vida o una deidad les había dado una segunda oportunidad para continuar con sus vidas; recorrer por horas aquel sitio ubicado a casi 40 kilómetros de Medellín en el que ocurrió el siniestro y tras enfrentar al agreste terreno no fue fácil, pero aún les esperaban momentos de profunda intimidad que desarmarían al más valiente.

Comprender como un noble sentimiento estuvo presente durante aquella noche del 28 de noviembre para salvarles la vida a costa de todo era lo que ayudaría a sellar este capítulo y Follmann lo sabía, era él quien esperaba reencontrarse con aquel hombre que en medio de una fuerte lluvia dio todo de sí para que abrazará la vida, la esperanza y porque no decirlo a un milagro. Nelson Castrillón se convertiría en su ángel protector.

Castrillón, subcomandante del puesto de policía de Cerro Gordo, con más de 21 años en su amada Policía jamás se imaginó que toda esa experiencia y gallardía serían puestas a prueba y sí que lo comprobó, observar como este cerro le arrebataba la vida a un grupo de jóvenes promesas del fútbol no fue fácil pero no iba a desfallecer, cada paso que dio en medio de la oscuridad lo acercó más a Folmann y en un acto de fe lo encontró, revisó suavemente y acobijó con su chaqueta institucional mientras con su radio se comunicó para prestarle atención especializada. Esos momentos marcaron su vida y le demostraron que esa era su misión en la tierra como policía.

Pasados minutos llegó la ayuda y emprendió la titánica tarea de sacarlo con vida, sus botas se hundían cada vez más en el fango y sentía que cada pisada era un desafío que con lágrimas superó, verlo partir en una ambulancia se convirtió en su calvario. No dudo en orar y continuar ayudando a bomberos, policías, miembros de la Defensa Civil, Cruz Roja y soldados que corrían para socorrer a las víctimas.  

Su mente solo le recordaba un semblante pero aún envuelto en lodo Nelson Castrillón siguió con su compromiso sin saber lo que lo esperaba, pasadas las horas el amanecer mostró la magnitud de la tragedia y con profunda devoción aguardó a que los galenos le dieran una esperanza de volver a ver a aquel hombre.

Hoy un reencuentro le arrebató lágrimas a este curtido uniformado y un abrazo selló aquel pacto con la vida, era Jackson, ese ser que en otra lengua expresaba su más profundo agradecimiento y que llenaba la sala con un noble llanto de esos que deben ser recordados…

Finalmente, Nelson fijo humildemente su mirada al cielo y oro para dar gracias por la vida y la esperanza.